Tras una hermosa serie de victorias contra Sevilla, Rayo Vallecano y Betis, el Atlético de Bilbao sufrió una amarga derrota contra los Alavés en San Mamés. El juego, que fue descrito como inalcanzable y sin ritmo, vio la puntuación de Alavés en un contador oportunista, disfrutando de un rebote. La ausencia de Enesto Valverde, el entrenador sancionado, se sintió en opciones tácticas, ya que los cambios no revitalizaron al equipo. Los jugadores, a pesar de sus esfuerzos individuales, carecían de precisión y eficiencia, permitiendo que apareciera una falta de preparación e intensidad.
El juego fue marcado por una falta de fluidez en el juego, especialmente en el medio del campo, y una dificultad para crear oportunidades de meta concretas. Los jugadores clave como Iñaki Williams publicaron una forma limitada, y los intentos de refuerzos de segundo período no revertían la tendencia. Los Alavés, bien defendidos y apoyados por el arbitraje impugnado a veces, han sido capaces de explotar las debilidades del Atlético, especialmente en las fases de limpieza y transiciones secas. El equipo vasco carecía de capacidad para mantener la posesión y crear espacios, contentándose con intentos aislados.
Esta derrota fue un duro golpe para el atlético, que vio su sueño de una cuarta victoria consecutiva al comienzo de la temporada débil. Ella planteó preocupaciones acerca de la preparación del equipo para el partido crucial contra el Arsenal en la Champions League. La falta de dinamismo y profundidad en el juego, así como la falta de madurez de algunos jóvenes jugadores, son puntos que requieren especial atención. El equipo debe centrarse ahora en recuperar y mejorar su juego, especialmente en términos de precisión, creatividad y la capacidad de soportar la presión.